En el artículo anterior que publicamos en nuestro blog nos centramos en describir la incidencia (escalofriante) del abuso sexual infantil y los síntomas que nos pueden alertar acerca de esta problemática.
Violencia sexual infantil: consecuencias devastadoras y cómo detectarlas
Pero ¿Qué sucede si eres una persona adulta que ha construido una vida obviando las situaciones traumáticas que vivió en su infancia o adolescencia, pero que no ha sanado adecuadamente experiencias de abuso sufridas años, incluso décadas atrás?
Los efectos del trauma no tratado son a menudo demoledores. Pueden afectar a nuestros hábitos y cambiar nuestra orientación existencial, llevándonos a ser presa de adicciones y a tomar decisiones equivocadas. Pueden suponer una carga para nuestras relaciones interpersonales e interferir en nuestras dinámicas familiares. Es frecuente que generen síntomas físicos y enfermedades y que conduzcan al individuo a comportamientos autodestructivos.
La experiencia terapéutica evidencia que no resulta nada fácil para la mayoría de personas abordar un sufrimiento de estas características, ocasionado por un suceso que la “lógica” nos dice que debería estar superado, que ya pertenece al pasado y por consiguiente que, como adultos, hemos de “pasar página” y olvidar.
Sin embargo, nuestra mente es compleja, por lo que la “lógica” y el deseo consciente de olvidar, resultan en muchas ocasiones infructuosos: en nuestro subconsciente permanece la herida y esta puede manifestarse de manera dañina en nuestra existencia.
El haber sufrido un trauma sexual hace que nuestra experiencia interna sea de temor, ira y vergüenza. Resulta especialmente doloroso y estresante para la persona que sean las figuras de apego, las personas que tenían que amarla y protegerla las que la dañaron, y es muy probable que una infancia en la que se ha sufrido abuso socave nuestra sensación de seguridad y estabilidad vitales, haciéndonos especialmente vulnerables.
La buena noticia es que el trauma puede ser tratado. No es una sentencia de por vida.
Debes saber que un terapeuta especializado en el trauma sufrido en la infancia cuenta con unas pautas muy específicas de actuación.
¿Qué se ha de tener muy presente si se atiende a una persona con esta problemática?:
- Creer, siempre creer lo que la persona cuenta: aunque sus recuerdos sean vagos, aunque su relato parezca confuso y exagerado. El acompañante ha de transmitir que está receptivo para todo lo que le quieran decir y que, aunque sea doloroso y perturbador, es capaz de contener y recibir con respeto sus palabras. El terapeuta ha de transmitir calma y tranquilidad.
- Acompañar en la confirmación del daño. Todo abuso sexual es dañino. Aunque no sea violento, físico ni repetido, todo abuso tiene graves consecuencias.
- Tener claro que el abuso no es (no fue) nunca culpa del menor, el abuso es siempre responsabilidad del adulto. Por tanto, siempre desculpabilizar a la persona de lo ocurrido.
- Informarse lo más posible de las características del abuso, de la edad del niño o la niña cuando este se produjo, del tiempo que duró, …
- No compadecer al agresor, ni dejarse llevar tampoco por la rabia hacia el abusador, sobre todo si fue el padre o alguien muy cercano.
- Empatizar con el dolor y el sufrimiento. Puede ser imprudente, sobre todo al principio, el contacto físico con la persona acompañada. Estos gestos de cariño pueden ser malinterpretados por la el ser humano que sufrió abusos.
- Valorar y validar sus sentimientos: su rabia, su dolor y su temor. Permitir que llore y se desahogue todo lo que necesite.
- Animarla para que busque ayuda. Explorar las redes afectivas de la persona y hacerla consciente de dónde podría buscar protección y ayuda, especialmente si tiene ideación suicida. Instarla a recibir la ayuda profesional de un psicólogo o psiquiatra, si fuera el caso.
- Respetar la confidencialidad y la privacidad. No preguntar e indagar en detalles innecesarios.
- Validarla como víctima, pero a la vez considerarla como alguien fuerte y valiente que lucha por recuperar su vida. Valorar mucho su gesto de apertura y agradecer la confianza que demostró al decidirse a contar su historia.
Si sufriste abusos sexuales en la infancia, anímate a pedir ayuda profesional. Da un paso adelante para sanar esa experiencia y estarás contribuyendo a tu crecimiento personal y a mejorar tu calidad de vida.
Fuentes bibliográficas:
- Zamorano, L.A. (2019) “Ya no te llamarán abandonada. Acompañamiento pisco-espiritual a supervivientes de abuso sexual”. Madrid. PPC.
- Bass, E y Davis, L, (1995) “ El coraje de sanar”. Madrid. Urano.
- Levine, P.A. (2012) “ Sanar el trauma”. Neo Person. Madrid